En este caso aproveché un poco de calabaza asada de otra preparación, pero podemos utilizarla en crudo (bien procesada) o de cualquier otra forma.
– 1 huevo
– 1 vaso de leche
– harina (la que admita)
– 1 cucharada de azúcar
– 200 gr. de calabaza cocinada
– azúcar y canela (para espolvorear)
– aceite (para freir)
Separamos la clara de la yema y desleímos esta última en la leche.
Añadimos una cucharada de azúcar y la harina, poco a poco, la que vaya admitiendo hasta que quede una masa líquida, pero no muy espesa.
Añadimos la calabaza (triturada, rallada, cocida, en mermelada…) y mezclamos bien.
Batimos la clara a punto de nieve (añadimos unas arenitas de sal, para ayudar a levantar) y mezclamos con esta masa, con movimientos envolventes, para que no se baje el aire de las claras montadas.
Calentamos el aceite, y cuando alcance la temperatura ideal vamos echando la masa a cucharadas, para que se fría.
Damos la vuelta cuando esté dorada por un lado para que se dore el otro. Sacamos y colocamos encima de papel de cocina, para que absorba el exceso de aceite.
Espolvoreamos con azúcar y canela antes de servir.
Fuente: María’s Recipe Book