Rías Baixas On The Boat: La Tesouro y la Perla Negra.

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A veces el turismo enológico es considerado sólo apto para snobs. Pero cuando te proponen pasar un fin de semana descubriendo alguno de los tesoros que esconden las Rías Baixas, te lo piensas. A pesar de que Galicia no es un destino muy conocido por este tipo de actividades, «habelas hainas». Recordad que tenemos 5 D.O. donde reina el minifundio, la bodega familiar… con pocos posibles para hacer obras artísticas como en otras zonas vinícolas de España. Eso sí, de lo que podemos presumir es de una soberbia materia prima y un amor por la tierra como en pocos sitios.

Poco sabía yo de la ruta que íbamos a realizar: visita a 3 bodegas y sus respectivos viñedos, alojamiento en una casa de turismo rural…y fin de fiesta en Pepe Vieira, cuyos propietarios son los responsables del portal mariafechoría.com. Uno de ellos, chef del restaurante con estrella Michelín, y el segundo, único sumiller gallego con la distinción Nariz de Oro.

Esta aventura estuvo repleta de sorpresas desde el primer momento.
El punto de encuentro fue la casa donde nos íbamos a alojar. A las 10:30 empezaba la aventura en Lagar de Costa (un poco más tarde para una servidora, que estuvo haciendo un poco de turismo por la zona. ¡Maldita y bendita tecnología!)

Desde esta casa-bodega (de la que hablaré en otro post, ver AQUÍ) nos dirigimos en minibús a la cata de los primeros vinos que tomaremos en estos días, los de Forjas del Salnés.
Estaba yo entretenida leyendo la información que los organizadores nos habían facilitado de los vinos, cuando veo que llegamos a destino. Levanto la vista y… ¿El puerto de Cambados? ¡Ah, sí! Recuerdo algo de que íbamos a hacer un viajecillo por la Ría de Arousa, conocer el funcionamiento de las bateas… la típica excursión que haces con el cole. ¿Típica? Para nada. Las actividades que organizan los de María Fechoría (y muy bien, por cierto) pueden ser de todo menos típicas.

Estábamos en el muelle, esperando nuestra embarcación, cuando nos explican que la cata se va a llevar a cabo en un bateeiro. Sorpresa para algunos y emoción para otros. Recorrer la ría en un catamarán lo puede hacer cualquiera, pero en un bateeiro…
Nos alejamos de la costa. Las vistas son magníficas: Cambados, O Grove, la Isla de A Toxa… y decenas de cultivos en el mar: las bateas.

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Saliendo del puerto de Cambados.

Fondeamos junto a una de ellas y los patrones del barco empiezan a explicarnos los misterios de las perlas negras que tenemos en Galicia.
Nos subimos a la batea, vemos las cuerdas donde se crían los mejillones y pescamos con arpón algún que otro mújol despistado que se estaba dando tremendo banquetazo.

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Tras sacar unas fotillos nos metemos en faena. Rodrigo Méndez (Forjas del Salnés) empieza a sacar sus albariños: Leirana, Leirana Barrica y Goliardo «A Telleira»; y poco después sus tintos. ¿Tintos de Rías Baixas? Pues sí. Y no es algo nuevo. Al parecer era algo muy común en la zona tener cepas de tinto y hacer vino que más que nada se consumía en casa, pero con el despunte de la uva albariña esas cepas se fueron cambiando por la niña mimada de esta D.O. llegando al punto de casi desaparecer. Afortunadamente, cada vez más viticultores apuestan por estas variedades tintas.

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Rodrigo Méndez.

La cantidad, variedad y calidad de los tintos de Forjas del Salnés no es fruto de la casualidad. El abuelo de Rodrigo (Francisco Méndez, unos de los fundadores de la D.O.) era un enamorado de estos vinos, y a pesar de que en su momento lo tildaron de chalado, plantó diferentes variedades de uva tinta como Caíño o Espadeiro. Gracias a él, su nieto puede ahora elaborar grandes vinos tintos con las uvas procedentes de estas cepas, que son: Goliardo Caíño, Goliardo Loureiro, Goliardo Espadeiro y Bastión de Luna.

Puede que para hacer una cata el lugar más indicado no sea al aire libre, en medio del mar, pero os aseguro que lo disfrutamos al máximo y las vistas no podían ser mejores. Tengo que confesar que los mejillones al vapor, las empanadas (de pulpo, mejillones…), la tetilla, el chorizo (sobre todo el picantito, ummm), el membrillo y el delicioso pan con pasas y nueces hicieron que el trabajo fuese más llevadero.

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Un dato importante es que los vinos de esta bodega están supervisados por Raúl Pérez (el enólogo español mejor puntuado en 2009 por Jay Miller, colaborador de Robert Parker). Además elabora algún que otro vino con ellos, como el Sketch, famoso porque su crianza se lleva a cabo bajo las aguas de la Ría de Arousa, aunque es un proyecto que todavía está en fase experimental.
Podemos ver una entrevista que le hace Imanol Arias para «Un País Para Comérselo» de TVE, (minuto 19:20) AQUÍ.

Tras el peculiar festín, y con mareos cero, volvemos a puerto. A partir de ahora cambiaré la biodramina por una copita de buen albariño. Y haré publicidad al estilo Pepe Domingo Castaño: «Para viajar en barco, copita en la mano».

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11 botellas y 1 mágnum para 14 aventureros, 2 bodegueros y 2 patrones.

Vuelta al microbús. Ahora nos dirigimos a ver alguno de los viñedos que Rodrigo Méndez cuida con mucho mimo en la zona de Meaño. La viticultura que desarrolla es muy respetuosa, interviniendo lo mínimo posible. Así consigue unos vinos de tanta calidad, donde las peculiaridades de cada variedad están presentes sin artificios.

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Después de las explicaciones sobre el terreno, nos dirigimos a la bodega. Aquí se cumple la máxima de que lo importante es el contenido, no el continente. Parece mentira que una bodega «familiar» albergue tantas variedades, diferentes cubas… La falta de espacio no fue un inconveniente para hacer otra cata «in situ». Lástima que mis conocimientos sobre el tema y la cantidad de vino ingerida a lo largo del día ya no me permitiesen apreciar los matices.

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«No es obra de Frank Gehry, pero los vinos que contiene esta bodega son la obra de un genio!» Xurxo Vila, el organizador.
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Nos despedimos de Forjas del Salnés, y nos cuentan que pretenden mudarse a algún sitio donde puedan desarrollar todas sus ideas. Ojalá que en la próxima visita podamos ver su sueño hecho realidad y disfrutar de su hospitalidad en unas instalaciones a la altura de sus vinos. Se lo merecen.

Y volvemos a Lagar de Costa para descansar un rato. Pero no con las manos vacías. Gracias Forjas del Salnés por esas botellitas de vuestros albariños Leirana y Leirana Barrica que sin duda disfrutaré en agradable compañía (o en agradable soledad) acompañando seguramente a alguna delicia de las que nos ofrece esa ría que tenéis tan cerca.

Parece que he escrito mis memorias y todavía estamos a mitad de la primera jornada. Un café en el maravilloso porche de la casa, intercambio de anécdotas con mis compañeros de aventura y a visitar otros viñedos, en este caso, unos muy especiales a pie de mar, de los que hablaremos en otro post.

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