– 500 gr. de zanahorias
– 4 dientes de ajos
– 2 cucharaditas de cominos molidos
– 1 cucharadita de pimentón picante (o dulce)
– 1 cucharada de orégano
– aceite de oliva virgen extra
– sal
– agua de cocción
– vinagre blanco (de vino, de sidra de manzana…)
– perejil picado (para espolvorear)
Pelamos las zanahorias y las ponemos a cocer en dos litros de agua con sal. Mientras se cuecen las zanahorias, pelamos los ajos y los echamos al mortero junto con el comino, el orégano, el pimentón, una pizca de sal y lo machacamos todo bien.
Cuando las zanahorias estén tiernas (más bien «al dente»), las escurrimos y cortamos en rodajas de medio centímetro de grosor.
Las ponemos en la fuente donde las vayamos a servir.
Por último añadimos al mortero un poco de agua con el que cocimos las zanahorias (100 ml.), y aproximadamente lo mismo de vinagre y aceite.
Lo mezclamos todo bien (probamos el aliño para rectificar a nuestro gusto) y lo añadimos a las zanahorias.
Por último espolvoreamos con perejil picado y lo guardamos en el frigorífico 3 ó 4 horas para que macere, antes de servir.
*Si no nos gustan tan fuertes de sabor, podemos rebajar el aliño: usad pimentón dulce en vez de picante y quitad 1 diente de ajo, o si os parecen demasiado fuertes añadid más agua que vinagre hasta que encontremos la proporción adecuada a nuestro gusto.
*Con 4 horas conseguiremos que las zanahorias cojan sabor, pero si queremos que queden bien aliñadas os aconsejo que las dejéis 24 horas en el frigorífico.
De un día para otro están mucho más sabrosas.
Fuente: María’s Recipe Book