Lo ideal es utilizar colorantes alimentarios (para no envenenar a las palomas que se dan el festín) en vez de otros, tóxicos.
Lavamos el arroz bajo el chorro del grifo.
En un bol echamos agua y colorante hasta obtener un tono que nos guste, teniendo en cuenta que el resultado será un poco más claro debido al color blanco del arroz.
Añadimos el arroz (no es necesario que el líquido lo cubra mucho) y removemos con una cuchara para que se mezcle bien todo.
Dejamos una hora a remojo, removiendo un par de veces.
Pasado este tiempo, escurrimos el arroz en un colador y lo enjuagamos muy bien bajo el grifo, para eliminar el exceso de color.
Extendemos el arroz sobre papel de aluminio, preferiblemente en un sitio aireado, para que se seque lo más rápidamente posible (si tardase mucho en secarse podría enmohecerse con la humedad).
Dependiendo de la temperatura, del grado de humedad y demás factores, tardará más o menos en secarse, desde una tarde hasta dos o tres días.
Sólo queda presentarlo en una bolsitas monas, trocitos de tela o tul atados con lazos o cualquier decoración que nos guste.
Fuente: María’s Recipe Book