Ésta no es una receta en sí, es una forma diferente de presentar el clásico dulce de membrillo de toda la vida (ver receta aquí). Con estos colorines no habrá niño que se resista a probar un buen membrillo casero.
Se trata de añadir al membrillo simple colorantes alimentarios. Cuando el membrillo esté cocinado, triturado, pero todavía muy caliente se le añade «a ojo» unas gotas del colorante que queramos. Yo he decidido hacer una capa de rojo, otra natural y otra de color verde. *También podemos aromatizar cada capa con algún sabor que nos guste: un vino dulce, algún licor, infusión de hierbabuena o cardamomo, alguna otra fruta, añadir frutos secos… Pero esa es otra historia.
Podemos hacer una tandada de membrillo y separar en tres cuencos la misma cantidad. Añadimos los colorantes que vayamos a usar, removemos bien para que se integren y volcamos uno a uno en un molde (mejor cuadrado, queda más bonito) haciendo capas. Si queremos hacer mucha cantidad, pues hacemos primero una tandada, coloreamos y volcamos en los moldes. Luego otra tandada, y volcamos encima. Y siguiendo este orden de colores, no hará falta ni lavar en vaso.
1ª capa (que al dar la vuelta, quedará por encima)
2ª capa, sobre la roja.
3ª y última capa.
Variedad de dulce de membrillo: al natural y coloreados.